El Palacio de Carlos V es un edificio renacentista situado en la colina de la Alhambra. Alberga el Museo de Bellas Artes de Granada desde 1958 y el Museo de la Alhambra desde 1994.
El primer gran exponente del manierismo en España
La disposición del palacio es un cuadrado de 63 metros con un patio circular. Esta disposición, característica principal del palacio de estilo manierista, es una novedad en la arquitectura renacentista y sitúa al edificio en las vanguardias artísticas de la época. El edificio consta de dos plantas: la planta baja es de estilo toscano y completamente almohadillada, con grandes anillos de bronce ornamentados en los pilares y la planta superior de orden jónico, con pilastras que se alternan con vanos de arquitrabe y frontón. Cada una de las dos fachadas principales tiene una una portada de piedra de Sierra Elvira.
El patio circular también tiene dos plantas. La parte inferior está dominada por un pórtico dórico en piedra de Pudinga con un entablamento compuesto por triglifos y metopas con bucráneos y guirnaldas, mientras que la parte superior está formada por un pórtico jónico más ligero con un entablamento sencillo. Esta estructura general del patio muestra un claro conocimiento de la arquitectura imperial romana y sería del más puro estilo renacentista si no fuera por la planta curva, que confunde al espectador al entrar por las fachadas principales y subordina los interiores y las escaleras a la idea generatriz. Más tarde, Miguel Ángel y Palladio construyeron edificios con soluciones similares bajo el término manierismo.
La residencia imperial que no llegó a serlo
La iniciativa de construir el palacio partió del emperador Carlos V tras casarse con Isabel de Portugal en Sevilla en 1526. Tras su matrimonio, la pareja pasó varios meses en la Alhambra y quedó profundamente impresionada por los palacios nazaríes, por lo que se encargó de la construcción del nuevo palacio, con la intención de establecer su residencia en La Alhambra de Granada.
Aunque los Reyes Católicos ya habían establecido habitaciones en la Alhambra después de 1492, Carlos V quería crear una residencia imperial permanente. Se cuenta que el pánico que sentía Isabel de Portugal por los terremotos, muy habituales en Granada, dió al traste con la idea de convertir el palacio en su residencia permanente y quién sabe si a Granada en capital del Imperio.
El edificio se levantó en el corazón de la Alhambra musulmana, en un extremo del patio de los Arrayanes, y para su construcción hubo que derribar un pabellón situado frente a la Torre de Comares. Sin embargo, esto no debe considerarse como la destrucción de una parte de la Alhambra, sino quizás como un factor para asegurar su supervivencia. En una época en la que la destrucción total de los palacios y templos de los pueblos sometidos estaba a la orden del día, la sensibilidad de los reyes cristianos ante la innegable belleza de la Alhambra obligó a admirarla por dentro y a conservarla.
A partir de 1572, con la revuelta de los moriscos en las Alpujarras, las obras se ralentizaron y finalmente se interrumpieron en 1637, cuando se terminaron los muros y las bóvedas.
De polvorín francés a sede de museos
Durante la Guerra de la Independencia, el palacio fue convertido en almacén de artillería por el ejército francés, función que se mantuvo cuando las tropas españolas tomaron posesión del edificio, que contenía gran cantidad de pólvora, balas y carbón. La presencia continuada de los explosivos supuso una grave amenaza para el palacio y la Alhambra en su conjunto. Casi veinte años después de la guerra, el viajero y escritor inglés Samuel Edward Cook escribía hacia 1828: «El palacio de Carlos V se sigue utilizando como polvorín; no tiene pararrayos, y un rayo podría destruir los restos de este interesante edificio, y probablemente toda la Alhambra». En 1832, el palacio fue finalmente evacuado. Según el gobernador, el estado del edificio en aquella época era lamentable y consideraba un milagro que no se hubiera derrumbado.
Las obras se terminaron a partir de 1930. Desde 1958, el palacio es sede del Museo de Bellas Artes de Granada, que cuenta con piezas singulares como un famoso bodegón de Juan Sánchez Cotán y varios ejemplos de Alonso Cano y esculturas policromadas, de autores como Jacopo Florentino (Jacopo Torni) y Pedro de Mena. La decisión de trasladar aquí el viejo museo, fundado en 1839, se adoptó en 1941 aunque ya se había acordado en 1914. Tras unas obras de reforma, en enero de 2008 se reabrió el museo. Desde 1994, también es sede del Museo de la Alhambra, de acceso gratuito y complemento ideal cuando se visita el conjunto.